La tía Marta nos regalaba a mi hermana y a mi sólo rompecabezas. Venía de vez en cuando de visita. Los compraba en el barrio de Once, donde vivía, y nos regalaba los famosos puzzle de variadas figuras, paisajes y animales. Ella decía que esos juegos nos ayudaban a pensar, que nos entretenían sanamente y nos entrenaban en el desafío de intentar armar un todo de muchas partes. Cuando crecimos, los rompecabezas se fueron traspapelando y mezclando hasta que un día mamá los metió a todos en una bolsa. Cierta vez, ya siendo papá, encontramos la bolsa con mis hijos e intentamos armar algo de toda esa mezcla tan variopinta. Lo intentamos durante largas horas y se hacía difícil, ya que eran miles de piezas de distintas cosas. No pudimos armar nada, o mejor dicho, armamos una figura tan amorfa, despareja y fea, que no servía para nada.
Esa sensación tuve frente al cacerolazo del 8 de noviembre. Miles de ciudadanos con consignas muy variadas mezclados en una marea amorfa y pareas de representación política, deambularon por el país tratando de colmar expectativas propias y fogoneadas por los medios dominantes, para que luego de dos horas, se escuchara la voz de Tinelli con su tradicional “Buenas Noches, América!!!” y allí terminara todo. Luego de varias semanas de una expectativa desmedida, el 1,5% de la población argentina se desconcentraba luego de una marcha en total libertad, con todos los derechos que garantiza una democracia, sin ser reprimidos por nadie ni provocados por el restante 98,5% que no salió a la calle, sin que el Gobierno Nacional cortara las redes Sociales (como decían algunos organizadores), sin ser agredidos por nadie. Por el contrario, unos pocos violentos (no representativos de los caceroleros) golpearon de manera cobarde al movilero Néstor Dib de C5N, agredieron a un productor de canal 9 y en una plaza de la ciudad de Santa Fe, destruyeron una placa dedicada al periodista desaparecido Rodolfo Walsh. Es decir, que quienes reclamaban por libertad demostraron que hay libertad y los que dicen que hay una dictadura probaron que eso no es tal. Más aún, el único medio que dio imagen y voz a los manifestantes fue la televisión pública, donde cada uno pudo expresar lo que sentía, aún con argumentaciones muy flojas y formateadas por el bombardeo sistemático de los monopolios informativos. Algunas consignas eran peligrosas. “Quiero que esta mina se vaya”, “Basta de KK”, “Andate Kretina”, (algunas pancartas), se sustentan en un espíritu antidemocrático, ya que esta Presidenta fue elegida de manera legítima y tiene que gobernar tres años más todavía. ¿Qué se supone que hay que hacer para que se vaya la “Kretina”? La Constitución Nacional dice que hay que esperar hasta el 2015 y volver a votar nuevamente. ¿O se quiere volver a las formas de “sacar” y “poner” presidentes que tanta sangre nos costó?
Algunos reclamos son atendibles. Muchos caceroleros piden más seguridad y transparencia en las mediciones del INDEC, en particular con el modo en que se mide el IPC, que polemiza con la ciudadanía sobre la inflación. De todas formas, y gracias a la Televisión Pública que mostró a los manifestantes, se pudo advertir que la mayoría de los reclamos están basados en construcciones mal intencionadas de los medios hegemónicos que construyen un relato funcional a la defensa de sus privilegios. Discursos que, lamentablemente, algunos compatriotas repiten y digieren sin analizar o someter al mínimo chequeo.
Este tipo de manifestaciones son muy buenas. Porque afianzan la participación y consolidan la democracia cada vez más. Pero hay que hacer una lectura profunda sobre la desolación de quienes no se sienten representados. Hay un porcentaje mayoritario de la sociedad que reconoce el liderazgo en La Presidenta, tal como lo demuestran los holgados resultados que obtuvo para llevar adelante su segundo mandato, hace tan solo un año. Pero hay otro porcentaje de la ciudadanía que no reconoce en ningún opositor un liderazgo digno de oponerse al proyecto que propuso esa abrumadora mayoría. El cacerolazo es un fracaso si se tiene en cuenta que fue impulsado por casi todo el arco opositor y promocionado hasta el hartazgo por los medios opositores. Ninguno de los políticos se mostró en la marcha, porque también hubiesen sido insultados. Así es que el Gobierno Nacional deberá desmalezar la hierba mala y encontrar los reclamos genuinos, pero es la oposición quien tiene el principal problema, ya que debe articular propuestas genuinas, no dictadas por una corporación, para poder construir alguna figura más o menos decorosa con tantas piezas sueltas y diversas de varios rompecabezas incompletos, viejos y pasados de moda. Si los partidos políticos opositores (al menos los que tienen aún una reserva moral en su historia) no son capaces de construir algo por si solos con esa dispersión que representan aquellos que se oponen al Gobierno, tendrán el mal trago de persistir en las construcciones amorfas, desparejas y feas que no sirven para nada, como lo que armamos con mis hijos, pero peor, porque pretenden gobernar los destinos de todos los argentinos.
El 8N en JunínPor GR
La convocatoria en la ciudad de Junín estuvo por encima de las expectativas de los propios organizadores que tenían como medida la muy poca concurrencia a las marchas de repudio por los crímenes impunes de vecinos Juninenses. Curiosamente, la indignación contra el Gobierno Nacional es mayor a la impunidad sobre los delitos en las propias narices de los caceroleros locales. También hubo en Junín una organización bien pensada que contó con pegatina de afiches en toda la ciudad, mucha movida en las redes sociales y apoyo explícito del Intendente Mario Meoni quien a través de su cuenta Twitter expresó que: “La movilización ciudadana de hoy demuestra que hace falta respeto: a la gente, a la ley, a la justicia, a los que piensan distinto”, al ex candidato a Intendente por el PRO Pablo Petrecca quien en su página web opinaba que “La marcha del 8N debería ser un llamado de atención a los gobernantes de turno, deberían ser tomadas como un alerta, un amarillo, que les haga ver que algo están haciendo mal, para poder corregir”. Justo un alerta amarillo, eligió el joven político, como el color del PRO, cuyo principal líder está procesado por la Justicia en una causa por escuchas ilegales.
En nuestra ciudad, semejante expectativa, opacó el primer aniversario en que la Justicia de nuestra ciudad no descubrió nada sobre quienes incendiaron el Diario La Verdad. Digo, ya que hablamos de libertad de expresión, no vi ningún cartelito que pidiera por el esclarecimiento de un atentado concreto contra la prensa. Curiosidades de pueblo chico, quizá, que al día siguiente de que su Intendente se manifieste a favor de un cacerolazo por “la falta de respeto a la gente”, los barrios que prometió asfaltar, se sigan inundando vergonzosamente.
Esa sensación tuve frente al cacerolazo del 8 de noviembre. Miles de ciudadanos con consignas muy variadas mezclados en una marea amorfa y pareas de representación política, deambularon por el país tratando de colmar expectativas propias y fogoneadas por los medios dominantes, para que luego de dos horas, se escuchara la voz de Tinelli con su tradicional “Buenas Noches, América!!!” y allí terminara todo. Luego de varias semanas de una expectativa desmedida, el 1,5% de la población argentina se desconcentraba luego de una marcha en total libertad, con todos los derechos que garantiza una democracia, sin ser reprimidos por nadie ni provocados por el restante 98,5% que no salió a la calle, sin que el Gobierno Nacional cortara las redes Sociales (como decían algunos organizadores), sin ser agredidos por nadie. Por el contrario, unos pocos violentos (no representativos de los caceroleros) golpearon de manera cobarde al movilero Néstor Dib de C5N, agredieron a un productor de canal 9 y en una plaza de la ciudad de Santa Fe, destruyeron una placa dedicada al periodista desaparecido Rodolfo Walsh. Es decir, que quienes reclamaban por libertad demostraron que hay libertad y los que dicen que hay una dictadura probaron que eso no es tal. Más aún, el único medio que dio imagen y voz a los manifestantes fue la televisión pública, donde cada uno pudo expresar lo que sentía, aún con argumentaciones muy flojas y formateadas por el bombardeo sistemático de los monopolios informativos. Algunas consignas eran peligrosas. “Quiero que esta mina se vaya”, “Basta de KK”, “Andate Kretina”, (algunas pancartas), se sustentan en un espíritu antidemocrático, ya que esta Presidenta fue elegida de manera legítima y tiene que gobernar tres años más todavía. ¿Qué se supone que hay que hacer para que se vaya la “Kretina”? La Constitución Nacional dice que hay que esperar hasta el 2015 y volver a votar nuevamente. ¿O se quiere volver a las formas de “sacar” y “poner” presidentes que tanta sangre nos costó?
Algunos reclamos son atendibles. Muchos caceroleros piden más seguridad y transparencia en las mediciones del INDEC, en particular con el modo en que se mide el IPC, que polemiza con la ciudadanía sobre la inflación. De todas formas, y gracias a la Televisión Pública que mostró a los manifestantes, se pudo advertir que la mayoría de los reclamos están basados en construcciones mal intencionadas de los medios hegemónicos que construyen un relato funcional a la defensa de sus privilegios. Discursos que, lamentablemente, algunos compatriotas repiten y digieren sin analizar o someter al mínimo chequeo.
Este tipo de manifestaciones son muy buenas. Porque afianzan la participación y consolidan la democracia cada vez más. Pero hay que hacer una lectura profunda sobre la desolación de quienes no se sienten representados. Hay un porcentaje mayoritario de la sociedad que reconoce el liderazgo en La Presidenta, tal como lo demuestran los holgados resultados que obtuvo para llevar adelante su segundo mandato, hace tan solo un año. Pero hay otro porcentaje de la ciudadanía que no reconoce en ningún opositor un liderazgo digno de oponerse al proyecto que propuso esa abrumadora mayoría. El cacerolazo es un fracaso si se tiene en cuenta que fue impulsado por casi todo el arco opositor y promocionado hasta el hartazgo por los medios opositores. Ninguno de los políticos se mostró en la marcha, porque también hubiesen sido insultados. Así es que el Gobierno Nacional deberá desmalezar la hierba mala y encontrar los reclamos genuinos, pero es la oposición quien tiene el principal problema, ya que debe articular propuestas genuinas, no dictadas por una corporación, para poder construir alguna figura más o menos decorosa con tantas piezas sueltas y diversas de varios rompecabezas incompletos, viejos y pasados de moda. Si los partidos políticos opositores (al menos los que tienen aún una reserva moral en su historia) no son capaces de construir algo por si solos con esa dispersión que representan aquellos que se oponen al Gobierno, tendrán el mal trago de persistir en las construcciones amorfas, desparejas y feas que no sirven para nada, como lo que armamos con mis hijos, pero peor, porque pretenden gobernar los destinos de todos los argentinos.
El 8N en JunínPor GR
La convocatoria en la ciudad de Junín estuvo por encima de las expectativas de los propios organizadores que tenían como medida la muy poca concurrencia a las marchas de repudio por los crímenes impunes de vecinos Juninenses. Curiosamente, la indignación contra el Gobierno Nacional es mayor a la impunidad sobre los delitos en las propias narices de los caceroleros locales. También hubo en Junín una organización bien pensada que contó con pegatina de afiches en toda la ciudad, mucha movida en las redes sociales y apoyo explícito del Intendente Mario Meoni quien a través de su cuenta Twitter expresó que: “La movilización ciudadana de hoy demuestra que hace falta respeto: a la gente, a la ley, a la justicia, a los que piensan distinto”, al ex candidato a Intendente por el PRO Pablo Petrecca quien en su página web opinaba que “La marcha del 8N debería ser un llamado de atención a los gobernantes de turno, deberían ser tomadas como un alerta, un amarillo, que les haga ver que algo están haciendo mal, para poder corregir”. Justo un alerta amarillo, eligió el joven político, como el color del PRO, cuyo principal líder está procesado por la Justicia en una causa por escuchas ilegales.
En nuestra ciudad, semejante expectativa, opacó el primer aniversario en que la Justicia de nuestra ciudad no descubrió nada sobre quienes incendiaron el Diario La Verdad. Digo, ya que hablamos de libertad de expresión, no vi ningún cartelito que pidiera por el esclarecimiento de un atentado concreto contra la prensa. Curiosidades de pueblo chico, quizá, que al día siguiente de que su Intendente se manifieste a favor de un cacerolazo por “la falta de respeto a la gente”, los barrios que prometió asfaltar, se sigan inundando vergonzosamente.
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