jueves, 20 de diciembre de 2012

Metrópoli en la Metrópolis (Antes que la Ley de Medios)

En el año 1988 el escritor e investigador ecuatoriano Jorge Merino Ultreras, especialista en comunicación publicó “Comunicación popular, alternativa y participativa” Un trabajo sobre los modelos de comunicación que se manifiestan en Latinoamérica. Dice Ultreras que la comunicación alternativa o popular es un proceso de interacción que se produce entre las personas y que se auto alimenta de la memoria histórica y la cotidianeidad de quienes interactúan, estructurando así una experiencia entre personas comunes que pueden organizarse y capacitarse para elaborar, controlar, conducir y ejecutar sus propios proyectos. Merino Ultreras, lo fundamenta a lo largo de 250 páginas, pero va por ahí la cosa. También el pedagogo Paulo Freire se interesó en el discurso popular ya que concebía la comunicación como un proceso dinámico, rompiendo con el tradicional modelo lineal y emisor – mensaje – receptor.
Con algunos amigos que compartimos ideología y pasión por los medios siempre está presente el concepto de comunicación popular o alternativa. Bromeamos con que algunos dirigentes de izquierda, cuando se refieren a la comunicación popular, imaginan una radio comunitaria en una villa poniendo temas de Quilapayun mientras algún militante lee párrafos de Trotsky o Mark.
En nuestra ciudad hay una FM que no necesitó la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual para materializar el espíritu de la ley de medios, y lejos de la teoría que declama el progresismo bobo sobre la comunicación popular, la participación alternativa y comunitaria se da tal como indica Ultreras. Se trata de FM Metrópoli, que ha logrado lo que a muchos radiodifusores les parece imposible en la ciudad: Que la radio se sustente con anunciantes que han comprobado que la emisora vende, programación diversa, buen gusto en artística, información y servicio. Eso, con un nivel de audiencia que la coloca entre las FM más escuchadas de la ciudad y por último, a mi juicio lo más importante que sostiene todo lo anterior, oyentes que se apropiaron de la radio. Primero por el alto nivel de participación: El programa estrella de la radio, un magazine de interés general que ocupa la segunda mañana de 9 a 12 horas de lunes a sábados, recibe un promedio de 50 sms y 15 llamados telefónicos para denunciar, saludar, hacer chistes, participar de juegos, o pedir temas, en sólo tres horas. Su conductor Cristian Pascal, cuenta que algunos sábados superan ampliamente esa cantidad. Pero los oyentes no solo mandan mensajitos. Varios de ellos se han organizado y hoy tienen programas o segmentos en la emisora. Cristina Aumada, una vecina del barrio, empezó dejando mensajes en el contestador y hoy conduce un programa todos los domingos. Lo mismo sucedió con un programa de medio ambiente que se emite los jueves. O con la participación de un perito clasificador de granos, o un consultor agropecuario, o un empresario, que tienen columnas en el programa La Voz del campo que conduce la directora de la radio Maria Rosa Ragogna.   
En la radio hay, radicales, peronistas, socialistas, comunistas y apolíticos. Nadie se pelea. Todos tienen su libertad para decir lo que quieran. Desde la primera mañana informativa que conduce Andres Rosa (funcionario del municipio local) hasta la tarde con música tropical de Hugo Astrada, pasando por informativos, micros, música sorteos de la quiniela y participación de los oyentes, hay una diversidad y pluralidad que Maria Rosa, con absoluta naturalidad e inteligencia, supo construir. Una radio que no necesita hacer alarde de nada, pero que destina un espacio para el taller de radio del Instituto Renacer, que es elegida cada vez que Sarmiento juega de local o en el más recóndito lugar de nuestro país, porque los hinchas saben que Ivan Falcón, Juan José Castro y Johnny Pascal, son buenos periodistas, pero además son hinchas del verde. Una radio que cada sábado despierta a sus oyentes con tangos clásicos que elige Ruben Strange. Una emisora donde los oyentes ven un bache y llaman, son testigos de un accidente y lo relatan, hace falta una donación para alguien y explotan los teléfonos. Una radio que cada medio día de lunes a viernes es un festival de alegría, cuando Oscar Agüero, quien hasta hace un tiempo era un jubilado, tiene picos de sms y llamados. “A mí la radio me cambió la vida” dice Oscar y se ríe. Pero de verdad, la radio le cambió las cosas. En las obras de construcción los albañiles lo saludan, los vecinos le dan papelitos con denuncias y saludos, los anunciantes lo quieren conocer y los oyentes lo adoran.
El pasado 14 de diciembre, Metrópoli hizo su fiesta de fin de año. Pero no fue la única ocasión en que juntó a más de 200 personas entre oyentes, anunciantes e integrantes de la radio. También se juntan cada día del amigo o de la primavera. Lo que sucede con los oyentes de esta radio es que en lugar de ser pasivos que recepcionan sin chistar a Beto Casella o a al Negro Gonzalez Oro, eligen ser parte de lo real. Parece simple, pero no lo es. El modelo de comunicación popular que Metrópoli ha conseguido es el fruto de 12 años de mucho sacrificio de la directora, Maria Rosa Ragogna, y del incansable amor a la radio de Cristian Pascal.
Aún hoy, con la plena vigencia de la ley de medios, Metrópoli, compite en desventaja con los radiodifusores que tienen tres o cuatro señales, los que bajan de manera ilegal señales de AM y las retransmiten por FM, con los que ponen una PC con música todo el día, los que pasan programas enlatados y con los que no tienen ni la más remota idea de lo que es una radio, pero como tenían plata e intenciones políticas, pusieron una. Ojalá que la nueva regional de la AFSCA tome nota y pronto se terminen las ilegalidades.
También, estaría bueno, que los que teorizan sobre comunicación popular o hablan de la ley de medios por hablar, aprendieran un poco de la realidad de la comunicación alternativa que cada día sale al aire por Metrópoli, que se sustenta, que divierte y que presta un servicio en la pequeña gran Metrópolis de Junín.

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